miércoles, 18 de julio de 2007

Las grietas del relato histórico - Capítulo 2 Los fusilamientos de 1907

La Casa del Pueblo. 25/07/1907, La Prensa.

Hasta que un día cualquiera te fusilan…

El hecho inicial sucedió en los muelles donde se construían los elevadores que extenderían el puerto de Ingeniero White. Allí resultaron cesanteados dos obreros remachadores que trabajaban en las obras de ampliación del Ferrocarril del Sur. El sábado 20 de julio de 1907 los obreros reunidos en asamblea resolvieron declararse en huelga, exigiendo la reincorporación de sus compañeros, la jornada laboral de 8 horas y un 30% de aumento en los salarios. Pero en el amanecer del lunes cuando todos debían paralizar las obras, la medida se efectivizó sólo en algunos pocos sectores. Por la tarde los grupos obreros celebraron una nueva asamblea y aprobaron la realización de una acción de agitación en las instalaciones de la rivera de Ingeniero White donde trabajaban más de 3000 hombres. El viernes los huelguistas habían comunicado a la empresa las condiciones para una negociación y pusieron como plazo para una respuesta el lunes por la noche. Vencido éste, a la mañana siguiente se realizaría la protesta con la intención de animar al resto de los proletarios que atemorizados por la patronal, no se sumaban al movimiento.

La huelga general como medio de presión de la clase obrera ya era un mecanismo profundamente instalado en la población del país. En la reconstrucción de la historia social Argentina, los especialistas recuerdan aquella primera década del siglo XX, como la “etapa heroica” del movimiento obrero nacional.[1]

En la ciudad era habitual la realización de paros, que en general se reducían al reclamo de cada rubro del trabajo por separado, sin lograr unificar diversos gremios en una misma medida. En este marco, el conflicto de White de 1907 se presentaba como una paritaria más de las tantas de esa época, donde una negociación racional podría haber acabado con la protesta en pocas horas. Pero nada de esto sucedió.

Al amanecer del martes 23, minutos antes de las 7 de la mañana, un grupo de obreros ingresó al área de trabajo lanzando consignas y llamando a la huelga. A poco de recorrer los talleres, decenas de empleados comenzaron a seguirlos sumándose a la agitación. Los huelguistas arrojaban las herramientas al agua y descargaban la bronca contra las máquinas. Pero a los pocos minutos, con las primeras luces del día y la helada matinal cayendo sobre el puerto, los vigilantes de la empresa comenzaron a perseguir y dispersar la protesta. El clima se tornó confuso, algunos gritaban, otros corrían; hasta que en medio de playón se dieron los primeros incidentes, luego de que los capataces Williams Kelly y Patrics O´Bryan, ambos de nacionalidad inglesa, quisieran obligar a golpes a un obrero a permanecer en el trabajo. Según La Protesta, Kelly era un déspota con los obreros acostumbrado a insultarlos de hechos y de palabra, y el segundo –O´Bryan– un rompehuelgas incorregible. Lo cierto es que en esta ocasión los custodios cargaron sus armas de fuego y chocaron con los rebeldes. Se produjo un forcejeo que terminó con los dos vigilantes heridos.

Éste fue el motivo expreso que encontraron las autoridades de Ingeniero White para desatar una violentísima cacería de obreros nunca antes protagonizada en la historia de la ciudad.

Todavía no eran las nueve de la mañana, cuando salieron marchando por las calles de tierra del puerto los obreros que acababan de paralizar las obras. Se dirigían a la Casa del Pueblo entonando consignas con la intención de celebrar otra asamblea y decidir los pasos a seguir. La situación se presentaba clara, estaban esperanzados en poder detener la producción en el puerto y emitir comunicados para instalar en el debate público la huelga, como forma de presionar a la empresa a una negociación. Desde el sábado el conflicto estaba lanzado y prometía tomar mayores dimensiones.

La asamblea en la Casa del Pueblo comenzó cerca de las 9 de la mañana. De inmediato se izó en lo alto de la casona una bandera negra que flameaba con el viento que soplaba desde la ría. Los obreros colmaron el local para debatir a los gritos, con intervenciones preferentemente en castellano, pero con comentarios por lo bajo en varios idiomas más.

Mientras tanto la Empresa ya había puesto en aviso a la Marina del acontecimiento ocurrido en los muelles. Pasadas las 10 de la mañana, el oficial de la Subprefectura Juan Posse organizó un grupo de 18 hombres encargados minuciosamente para reprimir a los responsables del incidente. Los marinos salieron formados desde la sede oficial, caminaron 100 metros y se pertrecharon frente a la Casa del Pueblo en dos hileras. Sin dar aviso alguno, Posse dio la orden de abrir fuego, pero los marineros no se animaron a apretar el gatillo. Entonces enojado, el oficial sacó su propio revólver y al repetir la orden fue él mismo quien comenzó a disparar. Ahora si los verdugos acataron la directiva y lanzaron una primera ráfaga cerrada de Máuser, generando desconcierto entre los asambleístas sorprendidos por los ruidos. Desconociendo el origen de las explosiones, alguien desde adentro de la casa respondió con un ¡Viva la Anarquía! al que le contestaron con 7 descargas más, que penetraron en el frente del local sembrando el pánico en el centro del puerto. La cacería estaba desatada. Los impactos destrozaron las paredes y bañaron con sangre todo el piso del salón. Los obreros gritaban, se apilaban en los rincones, buscaban refugio saltando el pequeño paredón del fondo que lindaba con un terreno. Los represores desencajados, derribaron la puerta y comenzaron el desalojo.

Entre los gritos, los soldados continuaban disparando a menos de 5 metros de distancia a quienes iban saliendo. Con las pericias médicas posteriores se supo que todos los heridos estaban lastimados en su torso o en las piernas, evidenciando las intenciones asesinas de los disparos. Los agentes requisaron y palparon de armas a más de 500 personas y ni siquiera a uno solo le encontraron armamento alguno. Solo cinco cuchillos, habituales atuendos de los hombres de la época, fueron las armas detalladas en la investigación oficial. Algunas fuentes señalan que se encontraron dos revólveres, ninguno de ellos con detonaciones recientes.

Un niño de 13 años que contemplaba la escena bélica desde cerca, escuchó los disparos y comenzó a correr hasta que se enredó con un alambre caído. Lo soltó el impacto de un proyectil que le impacto en el pulmón y lo dejó internado por varios días. Los testigos contaron que hasta las zanjas del desagüe funcionaron como refugio para quienes huían de la balacera.[2]

En el centro del puerto y a plena luz de la mañana se estaba protagonizando un fusilamiento sangriento. La gente que pasaba y aquellos que escuchaban desde lejos los disparos se acercaban curiosos a la esquina del conflicto. La escena era peor de lo que cualquiera de los transeúntes podía imaginar. Nadie reconocía una revuelta obrera, ni distinguía huelguistas de otras víctimas; los Máuser apuntando en todas las direcciones se apoderaban de las miradas.

La brutalidad no se limitó a los huelguistas. Violentos golpes de culata eran lanzados por los marinos para quienes en aquel momento pasaban circunstancialmente por el escenario de los hechos. José Falcioni, un joven italiano católico, miembro de la sociedad recreativa La Siempre Verde de White y desvinculado totalmente de cualquier actividad política, pagaría con su vida aquel encuentro casual con las fuerzas del orden.

El puerto quedó desolado, en silencio. El clima se tensó y el temor se sentía en cada esquina, ante la presencia de los ejecutores. Los comercios cerraron sus puertas atemorizados por la sensación general. La violencia de los agentes no solo fue brutal en sus métodos, sino también extralimitada en su jurisdicción, ya que la Casa del Pueblo estaba ubicada en la barriada del puerto cuyas tierras pertenecían a la Provincia de Buenos Aires, donde no tenían competencia las fuerzas nacionales como la Subprefectura.

Nada de esto importó a los oficiales que de inmediato se pusieron al servicio de la empresa inglesa. Merece el recuerdo el ayudante de la marinería Jorge Loppe, quien se negó a obedecer las órdenes de fusilamiento impartidas por Posse frente a la Casa del Pueblo. En ninguna de las ocho descargas ejecutó su arma, conciente de lo cobarde e irracional de la directiva. Un ejemplo no imitado por sus colegas.

La foto de una de las revistas de esa semana muestra el piquete de marinería que hizo fuego sobre la Casa del Pueblo. Orgullosos se prestaron a posar para la foto y hasta uno de ellos se dio el gusto de salir apuntando con su fusil a la cámara.

Los fusiladores que dispararon contra la Casa del Pueblo posando para la prensa. Caras y Caretas.


El primer despacho a La Vanguardia

El corresponsal local de La Vanguardia, el emblemático periódico del Partido Socialista, no demoró en llegar al lugar de los hechos y enviar el primer despacho que se conoce de este conflicto. El cronista veloz y preciso, dictaba el telegrama que encendía la redacción porteña.

-Bahía Blanca, 23 ( 2 PM). Los obreros constructores y remachadores de este puerto, que se hallan en huelga, reunidos ayer en la Casa del Pueblo, han sido asesinados cobardemente.

Corresponsal.

-Bahía Blanca 23. Comprobando lo comunicado a la tarde, adelantó las siguientes noticias. A las 10 AM de ayer, se encontraba reunido en la Casa del Pueblo de Ingeniero White un número considerable de huelguistas, la Subprefectura, en conocimiento de la reunión, envió un piquete de marineros armados a Máuser, por encargo, según parece, de proceder sin miramientos, contra los huelguistas que serían unos 800.

Al abandonar el local, los asistentes, fueron recibidos a balazos por la marinería.[3]

La descripción de este corresponsal, que desde el propio puerto enviaba sus textos al diario, es sin duda el testimonio más fiel que se conserva en la reconstrucción de los hechos iniciales. La Vanguardia le dedicó un espacio central en su tapa del día siguiente a las informaciones que llegaban desde el sur:

Los telegramas que recibimos anoche completan la crónica de los tristes y lacónicos sucesos.

-Bahía Blanca, 23. Al sentirse las descargas acudieron 40 hombres, del Octavo de Infantería Destacado de la ciudad, y un piquete del Cuerpo de Bomberos, rodeando el local obrero y tomando presos a todos lo que se encontraban en él, y que por efectos del ataque, no habían podido abandonarlo.

-Bahía Blanca, 23. Después de la matanza del que fueran victimas los huelguistas, se han enarbolado en la Casa del Pueblo, una bandera roja con un crespón negro, en señal de duelo, como protesta por la barbarie con que se han masacrado cobardemente a los trabajadores en huelga.

-Bahía Blanca, 23. Los obreros de la ciudad, en conocimiento de los hechos sucedidos, organizaron una columna de manifestantes, con la intención de recorrer el pueblo, pero las fuerzas de línea la disolvieron.[4]

Enrique Astorga, el ideólogo de la muerte

La autoridad máxima de los marineros locales, era el Subprefecto Teniente de Navío Enrique Astorga, quien rechazando cualquier intento de valentía, llegó al escenario de los hechos tres más horas, secundado por 30 soldados del 8º de Infantería al mando del teniente Juan Jáuregui y 12 bomberos a las órdenes del teniente Brandam.

Astorga, según recordara en esos días La Vanguardia, forma parte de la nómina de cobardes que fueran protagonistas del polémico naufragio del buque de guerra argentino Rosales, el 9 de julio de 1892. Aquel barco se hundió en medio de un temporal frente al cabo Polonio, en las costas de Uruguay, cuando los oficiales entre los que se contaba Astorga, se escaparon abandonando a la deriva a los tripulantes. El caso de la Rosales fue narrado por Osvaldo Bayer quien analizó minuciosamente la acusación del fiscal Jorge Holson Lowry, cuando pidió pena de muerte para el Capitán de Fragata Leopoldo Funes, Comandante de la Rosales, y penas de varios años de cárcel para el resto de los oficiales. Los acusaba de falso testimonio y de ser partícipes de una maniobra cobarde que dejó librado en medio del mar, en un barco a punto de hundirse, a unos 80 marineros, quienes finalmente murieron todos.[5]

Ante los hechos sangrientos del puerto, Enrique Astorga comenzó a emitir telegramas a las autoridades nacionales alertando de los sucesos. A las 12 del mediodía recibieron en el Ministerio de Marina el primer mensaje desde White. En los envíos, Astorga ensayó una versión fantástica sobre lo sucedido, donde hablaba de obreros atrincherados disparando armas de fuego contra los marinos. Describía una rebelión armada al mando de grupos anarquistas. Reivindicaba el accionar de sus hombres que, sólo imaginariamente, habían combatido a los rebeldes y secuestrado armas en gran cantidad. El Subprefecto, cobarde con antecedente, pedía insistentemente a sus superiores que enviaran refuerzos armados. Para reafirmar su versión, Astorga también remitió su relato a través del titular Correo y Telégrafos y del Inspector de Ferrocarriles. Pero la reconstrucción oficial era tan ficcionada que los propios diarios oficialistas tildaban de “impresiones un tanto exageradas, en los primeros envíos de Astorga desde Bahía Blanca”.[6]

Tal como se podía suponer por su atracción a las fábulas navales, La Nueva Provincia reprodujo las exageraciones absolutamente falsas del marino:

De repente suenan tiros y el capataz O´Bryan cae herido de dos balazos, uno mortal en el vientre y otro en un muslo. Junto a él cae el obrero J. Nelly, con una tremenda puñalada en la espalda. La gritería era espantosa, los obreros empuñaban cuchillos y revolver. Reforzado el piquete de marinería con dos oficiales a su frente, se dirigió a intimar a los huelguistas que se dispersaran, y fue entonces, según la versión policial, que los amotinados hicieron fuego desde las puertas y ventanas sobre la tropa, a cuya agresión ésta contestó con una descarga. En el local convertido en Fort Chavrol, se encontraron muchos revólveres y cuchillos en cantidad como para un pequeño arsenal, lo que prueba que los obreros iban prevenidos al trabajo…
Felizmente a las 12 del día se supo la verdad de lo ocurrido y los sucesos recobraron sus exactas proporciones que son las que quedan en este relato. Informes recogidos en Ingeniero White, aseguran que los 22 hombres de la Subprefecura Sur rodearon la Casa del Pueblo, tenían orden de no hacer fuego sino de impedir cualquier tentativa y de cuidar que no salieran los huelguistas, pero que como éstos hicieron algunos disparos, contestaron con una descarga, repitiéndola por tres veces. [7]

En las pericias posteriores no se encontraron ni siquiera un solo impacto de bala en toda el área de tiro de la Casa del Pueblo. Ningún testigo, incluidos los marinos, declaró haber visto alguien armado que no fueran los uniformados. De todos los efectivos que participaron de la masacre, ninguno recibió herida de ningún tipo. No existía ni siquiera una sola prueba que pudiera dar crédito a las versiones que describían una agresión de los obreros.

El hecho de reproducir la alegoría imaginada por Astorga, aportaba legitimidad a la representación falsa, violenta e irracional que se hacia de los anarquistas. La responsabilidad periodística de presentación fielmente los hechos, aportar comprensión y bregar por una solución pacífica de los conflictos, se vio en esos días constantemente olvidada.

Ante el favorable escenario de confusión creado por los diarios, Astorga continuó desplegando batallones militares y dispuso un amparo de fuerzas públicas para la Oficina de Correos y Telégrafos de White, así como una custodia permanente en las dependencias de la Aduana. Imaginaba una rebelión violenta contra las pocas dependencias del Estado que se habían construido en la pequeña localidad portuaria.

Se supo que durante ese día el Ministro del Interior comunicó los detalles de los acontecimientos de White al presidente Figueroa Alcorta, quien no se pronunció al respecto. Solo se emitió una orden para custodiar los edificios públicos. El gobernador de la provincia no demostró mayor interés y se limitó a pedir refuerzos policiales al Ministro de Guerra, para que no resulten pocos los uniformados involucrados en el hecho. La única preocupación de las máximas autoridades del Estado, se agotaban en la preservación de los bienes materiales a su cargo y la movilidad de tropas.



[1] Bilsky, Edgardo J., Op. cit.

[2] Caviglia, M. Jorgelina. Ingeniero White La huelga de 1907, Ediciones de la Cocina del Museo del Puerto de Ingeniero White, 1993.

[3] La Vanguardia, Buenos Aires, 24 de julio de 1907.

[4] Idem.

[5] Bayer, Osvaldo, Los anarquistas expropiadores y otros ensayos. Plantea, Buenos Aires, 2004.

[6] El Diario, 22 de julio de 1907.

[7] La Nueva Provincia, 24 de julio de 1907.

martes, 17 de julio de 2007

Las grietas del relato histórico - Capítulo 1: Invitación a La Nueva Liverpool


Tapa del número único 18 de Marzo. Bahía Blanca, 1898




Invitación a La Nueva Liverpool
Bahía Blanca fue fundada el 11 de abril de 1828 por el Coronel Ramón Estomba, como un destacamento militar de avanzada territorial llamado Fortaleza Protectora Argentina. Desde aquel fuerte el estado argentino tomó una posición militar para confrontar con los malones aborígenes que resistían la ocupación de sus tierras. Era la antesala de la masacre al desierto de Julio Argentino Roca.
Entre 1880 y 1914 se produjo un ingreso de extranjeros al país, que significaría el aporte fundamental para el desarrollo de la Argentina como nación y de Bahía Blanca como ciudad industrial. Arribaron a los puertos argentinos familias enteras respondiendo a un llamado oficial de esta patria que en sus campañas de difusión por el viejo continente ofrecía tierras, propiedad, progreso y riqueza.
Cuando finalizó este proceso de constante flujo de extranjeros, Bahía Blanca había multiplicado su población, saltando de 2096 habitantes en 1881, según en el primer Censo General de la Provincia de Buenos Aires, a 37.555 pobladores en 1906, según el censo Municipal de ese año. De aquellos 37.555 habitantes, 19140 eran extranjeros, más del 50%. Este sería el capital humano con que la ciudad se nutria para su ingreso a la modernidad. Los medios de prensa local, realizaban un festejo exagerado del progreso, cómplices de los proyectos de la oligarquía que ya se asentaban en el gobierno municipal. Si bien las obras y el constante crecimiento poblacional y de las actividades de la ciudad, presentaban una realidad próspera para una parte de los habitantes, se ocultaba la situación de abandono que padecían muchos de los extranjeros. En los sectores humildes que crecían en torno a la ciudad y el puerto, se multiplicaba el descontento y comenzaba a gestarse el germen del movimiento obrero bahiense. Entre las páginas oficiales se fueron escurriendo los relatos que describen con un rostro vulnerable y triste al obrero sometido a la miseria, rodeado de un conflicto social violento con enfrentamientos y grupos radicalizados. Entre los inmigrantes vinieron muchos exiliados que en sus países de origen desarrollaron una importante experiencia de lucha. En la segunda mitad del siglo XIX Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España eran el centro del escenario donde se debatían las grandes matrices ideológicas del socialismo y el anarquismo.



Campamento de huelguistas en Punta de Rieles. Caras y Caretas, 07/09/1901.



De la llegada del Socialismo
Las primeras asociaciones importantes llegaron en 1894 con la fundación del Centro de Unión Obrera de orientación socialista, y en 1896 con la Sociedad Fascio Operaio Italiano. Por esos años comenzaron a editarse en la ciudad publicaciones que reflejaban el pensamiento de las organizaciones y dan referencias que permiten reconstruir su funcionamiento. Uno de estos ejemplares da cuenta de la llegada organizada de las ideas que venían a cuestionar el orden vigente, en la fundación del Centro Socialista Obrero de Bahía Blanca en 1897:
18 de Marzo-1898. Número ÚnicoEn conmemoración de la Commune de Paris y el primer aniversario de fundación del Centro Obrero Socialista de Bahía Blanca.Se invita a participar de una conferencia el viernes 18 de marzo a las 8 ½ pm. y una celebración el domingo 20 a las 3 ½ pm. en Donado 143, el nuevo local social, del Centro Socialista. En ambos casos, los oradores harán uso de la palabra en Español y en Italiano.
18 de Marzo, Bahía Blanca, 1898.
En esta misma proclama se encuentra el testimonio fundacional de aquella organización:
Ocho trabajadores, dos italianos, dos alemanes, dos franceses, un holandés y un austriaco, reunidos en una modesta pieza, y considerando, que en la sociedad burguesa, basada en la propiedad privada, el trabajador recibe un salario que no representa el valor real de la mano de obra y que ese salario apenas alcanza para cubrir los gastos indispensables…
deciden constituirse como Centro Socialista Obrero de Bahía Blanca.

De las divisiones
El movimiento obrero presentó desde sus orígenes una clara disputa política e ideológica entre Socialistas y Anarquistas que muchas veces llegó a tener tintes violentos. Por más que ambas corrientes aspiraban a llegar a los mismos fines, una sociedad basada en los principios del socialismo: diferían, indudablemente, en los medios utilizados para lograr esos fines.
Para fines del siglo XIX comenzó a tener cada vez mayor incidencia entre los trabajadores de Argentina la corriente de los anarquistas, y en gran parte del país se constituyeron grupos librepensadores que tenían entre sus primeras misiones la de imprimir un periódico, fundar una biblioteca y crear grupos de actividad cultural.
En las veladas libertarias que se difundieron tanto en las ciudades como en las zonas rurales, se encontraban la poesía, la música y el teatro, comprometidos con la idea del amor libre y la autogestión que proponía el movimiento. En las noches se repetía una escena, cuando se encendía el fuego en medio de un gran comedor descubierto y todos se acomodaban en ronda para esperar la aparición de algún payador anarquista:
Grato auditorio que escuchasal payador anarquista.No hágase a un lado la vistacon cierta expresión de horror.Que al decirte quien somoscuelgue tu faz la alegría,en nombre de la anarquíate saludo con amor.



Boicot a La Nueva Provincia
Una de las herramientas que eligieron los anarquistas para su metodología de lucha eran los boicot; acción de repudio y aislamiento que nació en 1880 en Irlanda y que rápidamente recorrió el mundo en el imaginario de lucha de los pueblos.
En la reconstrucción de los boicots en Bahía Blanca, encontramos que los grupos de obreros anarquistas declararon uno contra el diario La Nueva Provincia y personalmente contra su director Enrique Julio.
Pero este boicot se limitó al rechazo y sabotaje, sino que los voceros libertarios, ya cansados de tolerar los agravios que se publicaban en el pasquín, desafiaron al Sr. Julio a confrontar las ideas en un debate público. En medio de aquel conflicto, La Agitación ampliaba:
Al desafiar a La Nueva Provincia en el campo de la discusión leal y serena, creemos que los redactores de ese diario serían capaces de defender cuanto insidiosamente expusieron. Considerando empero que la ignorancia no es un delito sino una consecuencia directa de causas residentes en el organismo o en la sociedad, La Agitación declara: que proseguirá su campaña de Boycottage [Sic] contra La Nueva Provincia usando de todos los medios a su alcance, como ser manifiestos, conferencias públicas, propaganda asidua, hasta que el señor Enrique Julio, o quien por él, nos den públicamente una satisfacción. Hemos iniciado el boicot contra La Nueva Provincia, por el hecho de que hacia bajas insinuaciones respecto a las ideas que hoy animan a la clase trabajadora. Así como los trabajadores se han mostrado solidarios con el boicot a la fábrica de cigarrillos La Popular, de Buenos Aires, que produjo espléndidos resultados, demuestran su solidaridad contra La Nueva Provincia. Ninguno debe pues frecuentar locales públicos, es decir, cafés, fondas, peluquerías, etc, que al primero de Diciembre siga recibiendo La Nueva Provincia.
La Agitación, Nº 9. Bahía Blanca, 1/12/ 1901.

Fue la época en que en Bahía Blanca se hablaba en varios idiomas, pero en un mismo sentido. Fueron días de largas reuniones nocturnas en los locales obreros, para analizar el avance de una esperanza organizada en el mundo. Todo era ilusión. Nadie suponía que la muerte estaba llegando también. Nadie podía esperar el brazo asesino de la marinería de White, que inauguraría en julio de 1907 la nómina de mártires obreros de la ciudad.

domingo, 8 de julio de 2007

La Agitación de Bahía

La Agitación - 1 de diciembre de 1901 - Bahía Blanca

La Agitación de Bahía


El 1º de octubre de 1901, comenzó a editarse cada domingo La Agitación, un auténtico vocero ácrata, realizado en la redacción de Donado 274 de Bahía Blanca. Allí no se aceptaban avisos publicitarios y priorizaban el relato directo de los obreros como fuente informativa para el desarrollar del periódico. Sentían un claro rechazo por las instituciones, la iglesia y el sistema capitalista; y lo expresaban en las reflexiones. Las notas estaban escritas en italiano y en español, no sólo por los diversos orígenes de los redactores, sino debido a la intención de ampliar el universo de lectores. En la tirada inicial se imprimieron 200 ejemplares que incluían un estatuto de trabajo, como referencia para los obreros comprometidos con las reivindicaciones laborales.

La dirección de La Agitación estuvo en manos de Arturo Montesano, quien a la vez tuvo a su cargo la escuela libertaria “Luz de Porvenir” que funcionó en la Casa del Pueblo de Ingeniero White.[1]

Montesano era un conocido referente nacional del anarquismo dedicado a recorrer el país con sus conferencias. Su especialidad era la cuestión eclesiástica y en cuanta tribuna se levantaba contra la Iglesia, Montesano se hacia presente para explayarse sobre la religión y la calaña que la rodea. Pagaría años más tarde con persecución y destierro, los compromisos asumidos por la causa revolucionaria.

Las páginas de La Agitación se convirtieron en la trinchera donde se concentraron los escritores ácratas. El ejemplar de fin de año, que probablemente haya sido el último, se editó el 1 de diciembre de 1901 y encontramos en él detalles de las veladas libertarias con espectáculos filodramáticos, que se realizaban en Ingeniero White:

El domingo pasado tuvo lugar en el local de La Casa del Pueblo del Puerto Bahía la anunciada representación a beneficio de nuestro periódico.
Se puso en escena:
1 El boceto dramático de un acto original del compañero Ovidi, titulado “Famme”, y el cual fue muy aplaudido.
2 El compañero Ovidi dio una conferencia sobre el tema: Nuestro ideal, el cual fue desarrollado con facilidad, tacto y buena forma, revelando al buen orador, ya batallador incansable y enérgico de acuerdo a la fama que le precedía.
3 Dúo cantado por el señor Monteverde y señora.
4 “Cena improvisada”. Juguete cómico en un acto que gusto mucho.
Este a sido el detalle de la primera, hoy nuevamente Velada, pero con un nuevo programa.[2]

La crítica situación financiera había puesto en peligro la continuidad del periódico y los editores proponían estos encuentros artísticos solidarios que, si bien sirvieron para sumar miembros al movimiento e involucrarlo con la cultural, no recaudaban “ni un solo centavo”.[3] Encontramos en esas páginas el urgente llamado para que los obreros redoblen su compromiso y asuman como propia la responsabilidad de sostener el medio:

Trabajador:
La Agitación es uno de los periódicos que apoyan la causa obrera, es deber de todos,difundirla entre sus compañeros de trabajo, en las fábricas y talleres.[4]

Sobre el final de este ejemplar se encuentra discriminada en su máximo detalle la economía del periódico y las veladas. Con nombre, apellido o apodo, se publicaba la lista de suscriptores y los pequeños movimientos de dinero que se realizaban. Una práctica que desde los orígenes caracterizó a aquellas organizaciones obreras fue la honestidad en el manejo de dinero y la transparencia de sus actos.



[1] Raimondi, Sergio. A ordenar, a ordenar, cada cosa en su lugar. La huelga de 1907 en Ingeniero White. Ediciones de la Cocina del Museo del Puerto de Ingeniero White, 2000.

[2] La Agitación, Año 1 Numero 9 Bahía Blanca, 1 de diciembre de 1901.

[3] La Agitación, Año 1 Numero 9 Bahía Blanca, 1 de diciembre de 1901.

[4] Idem.

Pietro Gori en Bahía Blanca

El Dr. Pietro Gori y su secretario, el Ingeniero Sunico, los corresponsales de La Nación, La Prensa y La Nueva Provincia, señores Fernández Pierlo y Jalío, el líder de los huelguistas Sr. Ibaldi y los capataces Bianchi, Perbiense y Bilbao. Caras y Caretas, 07/09/1901.


Pietro Gori en Bahía Blanca

En los primeros días de septiembre de 1901 se dio en la zona de Bahía Blanca un movimiento huelguista que los medios de prensa calificaron como el conflicto de mayor magnitud hasta ese momento:

Por el número de obreros que en ella han tomado parte ha sido la huelga más importante de que se tenga memoria entre nosotros.

Caras y Caretas, Buenos Aires, nº 153, 7 de septiembre de 1901.

El foco se desarrolló entre los trabajadores que labraban la tierra virgen, para colocar el tendido de vías del Ferrocarril del Sur. Los obreros rompían las rocas que se habían consolidado durante miles de años, para sellar la llegada del hombre moderno a la pampa argentina. El fruto de ese trabajo permitió concretar una red ferroviaria, que es sin duda el hecho más emblemático para analizar la fundación de parajes, pueblos y ciudades a lo largo de todo el país. La circulación de trenes representó el avance más significativo para el desarrollo de aquella patria que se consolidaba como nación.

La huelga se efectivizó entre Bahía Blanca y Coronel Pringles, duró poco y no despertó mayores repercusiones en el plano sindical, aunque adquirió una trascendencia histórica por la presencia en la ciudad de Pietro Gori, uno de los referentes anarquistas más interesantes de su historia mundial. Nacido en Teramo, Italia en 1865, Gori se dedicó plenamente a trabajar por el ideal anarquista, en disímiles campos que le permitieron dejar un legado literario, teatral, judicial e ideológico de extraordinaria vigencia.

Pietro Gori llegó a la Argentina en 1898, con una importante experiencia de lucha que ya conocía de exilio, cárceles y persecución. En Buenos Aires se convirtió en el más afamado embajador del pensamiento libertario, logrando introducir su programa en sectores hasta ese momento negados a la doctrina ácrata. Las alianzas más firmes que se dieron en los primeros años del Siglo XX entre socialistas y anarquistas tuvieron a este Doctor como unos de los principales ideólogos de la unificación del movimiento obrero. Su aporte como orador en las inmensas asambleas incorporaba claridad y lucidez que ayudaban a fortalecer el núcleo de las organizaciones.

Sus conferencias llegaban a durar tres horas ante un público silencioso. Por sus antecedentes como Abogado y criminólogo, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires lo nombró “profesor-huesped” y le permitió editar la revista Criminología Moderna, que sirvió como medio de expresión para buena parte de la intelectualidad del ámbito judicial de esos años. El estilo inteligente y sencillo con que disertaba Gori despertaba el interés de diversos ámbitos. En los poblado que visitaba en sus giras de difusión ideológica, desplegaba un programa filodramático, que enmudecía a colmados auditorios, donde obreros semianalfabetos disfrutaban de su arte. Su obra teatral Primero de Mayo, que incluye el Himno del Primero de Mayo sobre una melodía de Guiseppe Verdi de la opera Nabucco, se convirtió en una de las canciones más populares entre los anarquistas del mundo.

Himno del primero de mayo

Ven ¡oh mayo!, te esperan las gentes,
te saludan los trabajadores;
dulce pascua de los productores
Ven y brille tu espléndido sol.

En los prados que el fruto sazonan
hoy retumban del himno los sones
ensanchando así los corazones
de los parias e ilotas de ayer.

Despertad, oh falanges de esclavos
de los sucios talleres y minas;
los del campo, los de las marinas,
tregua, tregua al eterno sudor.

Levantemos las manos callosas,
elevemos altivas las frentes,
y luchemos, luchemos valientes,
contra el fiero y cruel opresor.

De tiranos, del ocio y del oro
procuremos redimir al mundo,
y al unir nuestro esfuerzo fecundo
lograremos al cabo vencer.

Juventud, ideales, dolores,
primavera de atractivo arcano,
verde mayo del género humano,
dad al alma energía y valor.

Alentad al rebelde vencido
cuya vista se fija en la aurora,
y al valiente que lucha y labora
para el bello y feliz porvenir.

La presencia de Pietro Gori en Bahía Blanca para representar a los obreros en las negociaciones animaron de inmediato el interés del gerente del ferrocarril del Sur, señor Henderson, quien velozmente se presentó en el lugar de los hechos. Las fotos de la prensa muestran una locomotora atravesando una llanura con siete señores sobre su trompa, llegando al terraplén donde acampaban centenares de obreros y una custodia de policías armados. En el interior de un ferrocarril participaron de la negociación el gerente Henderson, el ingeniero director Dickinson, el ingeniero Súnico y el Dr. Moyano. En representación de los obreros, Pietro Gori acompañado por su secretario el “Ingeniero Sunic”, leyó detalladamente las reivindicaciones que demandaban mejoras en las condiciones laborales y exigían la reincorporación de un grupo de cesanteados. El petitorio se acompañaba de otros pedidos:

Los trabajadores solicitaban que el señor Dickinson cumpliese las cláusulas pactadas anteriormente de no despachar a ningún obrero hasta que se termine las construcción de los terraplenes; que se admitiese la intervención de un agrimensor cuyos honorarios correrían por su cuenta siempre que los obreros manifestasen disconformes con las mediciones del trabajo ejecutadas por los representantes de la compañía; que se abonase cuatro pesos por metro cúbico por la extracción de piedra mina a base de dinamita; que los precios de los artículos que le suministraba la proveeduría de la empresa sufriera una disminución módica; puesto que ellos tienen quien les venda bolsas de galleta a un peso cincuenta centavos por lo que se les exigía dos pesos, y en el caso que no se accediese a esta reclamación, que se les dejase libertad de adquirir los víveres donde los encontrasen más baratos; que se redujese de cincuenta a cuarenta metros las excavaciones de la longitud de la tierra; que se aumentase a treinta y cinco centavos el metro cúbico de tierra dura que no podía ser extraída sino mediante el pico; que la empresa les proporcionase los caballos necesarios en proporción a recorrido para la conducción de la tierra en zorras.

Caras y Caretas, Buenos Aires, nº 153, 7 de septiembre de 1901.

La negociación fue rápida y finalizó ante el compromiso de la empresa de cumplir la mayoría de los puntos especificados. La jornada concluyó con una fotografía donde se amontonaron en torno a Pietro Gori, el indiscutido protagonista del triunfo obrero, un grupo de trabajadores, los corresponsales de los diarios y los capataces de la empresa.

En la imagen quedó el recuerdo del paso por la ciudad de este personaje entrañable, que honró con su presencia la lucha de los obreros bahienses.



Que se quiebre el circulo ...

Bahía Blanca - Asamblea en la Federación Obrera Local - Julio de 1907

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia conlectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo..."

Rodolfo Walsh