27 y 28 de julio de 2007.
Y se cumplió un siglo de los fusilamientos y en Bahía Blanca hubo quien ni se enteró que dos inmigrantes fueron masacrados por la marinería y que la ciudad se conmovió por esos hechos. Pero muchos si se enteraron, y algunos asistieron a las reuniones que despertaron el sentimiento libertario que se escondía en los rincones de la ciudad.
El viernes 27 de julio, se presentó la investigación periodística “Las grietas del relato histórico”, donde se propuso un homenaje a Atiliano Pascual y José Falcioni, los dos primeros mártires del movimiento obrero bahiense. Y de la reunión participó Gladis Falcioni, la sobrina nieta de José, quien comentó que esa noche fría se enteró muchas cosas de su familia que desconocía. También participaron algunos obreros, estudiantes, profesores y alumnos, sindicalistas, periodistas, marxistas, trotskistas, maoístas, algunos cristianos y bastantes ateos. Entre la muchedumbre se movía una señora que había escuchado el anuncio en el noticiero de la televisión y resolvió acercarse para adherir al homenaje. El salón del sindicato de docentes de
Y el sábado, el aula-cocina del Museo del Puerto de Ingeniero White también resultó pequeña para atender a quienes esperaban por los vestigios anarquistas. Las palabras de Sergio Raimondi, empapadas del trabajo cotidiano con aquellos relatos libertarios, quedaron resonando en los presentes, con las enseñanzas anarquistas. La cultura anarquista revivió en poesías y canciones que se ganaron los aplausos del público.
El 28 de julio de 1907, en la esquina de Carrega y Guillermo Torres de Ingeniero White, el Subprefecto de marinería Enrique Astorga disparó contra el cortejo fúnebre de José Falcioni, y con su propia pistola mutiló el rostro del inmigrante italiano que yacía tirado en su cajón sobre la calle desierta. Aquel día toda la población de la ciudad quedó conmocionada por el salvajismo con que el Estado maltrataba a la clase obrera.
Exactamente un siglo después, se escucharon los detalles de aquella matanza y no fueron pocos los que pensaron en aquellos inmigrantes que morían en Bahía. En algún pequeño costado, el círculo oficial de la historia se quebró. Un buen augurio para los inquietos que aún se proponen quebrar el cerco que tanto asfixia a la población de la ciudad.
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